lunes, 25 de enero de 2010

PRENDAS

A mi madre nunca le gustó, decía que era estirado. Tan estirado era, que un día dió de sí y ya no volvió a su forma original. Como a mi me gustaba tanto, traté de apañarlo metiendolo en agua caliente, pero sucedió que además de seguir deformado, perdió todo el color. Compré un tinte Iberia color marrón Camel, el beige nunca me ha gustado. Sonreí al ver el resultado, no era perfecto pero podía valer. Lo usé sólo un día y ocurrió lo peor. Al principio, como estaba fresca, no me dí cuenta. Pero a medida que me iba calentando y con el trajín, mis manos dejaban huellas de color Camel por todo aquello que tocaba, por mi escote corrian gotas de sudor color Camel, mi ropa interior era color Camel, mi abrigo, mi cintura, mis axilas, todo era color Camel. Me irrité mucho, pues sabía que todo era fruto de mi cabezonería.
La última vez... lo intento una vez más y si no sale bien lo tiro. Incrédula de mis pensamientos y riendo mi propia terquedaz, me vi en la ducha mientras en la lavadora daba vueltas mi tesooooorooooo. ¡Nunca más volverás a desteñir!...
Estirado, descolorido, apretado y pequeño.
Tal vez, si mi madre no hubiese hecho ningún comentario, ni siquiera me hubiese fijado en él.

2 comentarios:

  1. Hola de nuevo Chon!!
    Pues...se supone que una cama con una colcha hecha con jerseys. Pero, tienes razón, está un poco borrosa.

    saludicos.

    ResponderEliminar