martes, 8 de octubre de 2013

TRABAJOS DE ALBAÑILERÍA




Comencé por lo básico, levanté mi primera tapia bastante joven, sin preguntar a nadie, autodidacta me hacía llamar. Ésa tapia se me cayó encima, casi me aplasta pero tuve suerte. Yo no sabía que los ladrillos debían ir intercalados, tampoco sabía nada sobre cementos, ni niveles, ni de los tiempos de espera, ni nada. Pensé que para levantar una tapia bastaba con apilar ladrillos y yo necesitaba mi muro con urgencia. ¡Cuántas cosas he aprendido sobre muros y tapias! 
Hice muros altos que me enseñaron a hacer escaleras de mano, hice muretes bajitos y me sentaba a caballo, hice muros largos imposibles de bordear, hice tapias anchas para no escuchar las voces del otro lado, tapias aislantes del frío y el calor. Las he pintado de colores, empapelado, colgado cuadros, las he tirado a martillazos, las he reforzado, las he apuntalado, dobles muros. Aprendí a ponerles puertas y hasta ventanas, éso estuvo bien.  La experiencia me llevó al Pladur pues ya no es necesario tanto esfuerzo para levantar una tapia, ahora las venden ya hechas y fáciles de moldear. Adaptables. El mundo de Pladur me abrió horizontes. Ahora ya no levanto muros, ahora me dedico a crear espacios. Espacios creados para las ocasiones, con sus puertas y ventanas con persianas y todo. Espacios con diferentes ambientes. Cada cosa en su sitio.